Etiquetas en catalán, ¿sí o no?

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Si algo está claro es que tanto las empresas, como nosotros los consumidores, vivimos inmersos en una sociedad donde la política condiciona en mayor o menor medida nuestro día a día.

En los últimos meses hemos leído en la prensa que algunas empresas están recibiendo presiones políticas por parte de grupos independentistas para etiquetar sus productos en catalán. La última noticia que he leído al respecto esta misma semana hacía referencia a Coca-Cola, Danone y Nestlé en particular, tres compañías con un peso indiscutible en gran consumo, aunque las presiones (y en ocasiones, boicot) afectan a más del 90% de las grandes multinacionales.

El argumento utilizado por los grupos independentistas, es que el Código de Consumo de 2010 de Cataluña obliga a etiquetar en catalán los datos básicos de los productos. Sin embargo, la literalidad de la norma no menciona en ningún momento la etiqueta, sino que dice: «Las personas consumidoras (…) tienen derecho a recibir en catalán las informaciones necesarias para el consumo, uso y manejo adecuados de los bienes y servicios (…) con independencia del medio, formato o soporte utilizado, y, especialmente, los datos obligatorios relacionados directamente con la salvaguardia de la salud y la seguridad».

Por su parte, las multinacionales se amparan en las disposiciones europeas para defender que sólo están obligadas a etiquetar sus productos en alguna de las lenguas oficiales de la Unión Europea, y el catalán no es una de ellas. Además, cada una de ella tiene sus propios motivos para no ceder ante estas presiones. Por ejemplo:

– Coca-Cola alega que España es un mercado único para ella y que la rotulación en castellano sirve para todos los consumidores del país. Dicho de otro modo, utiliza el idioma que todos entienden.

– Danone, por su parte, explica que sus plantas están repartidas por todo el territorio español y por tanto, en el momento de producir, no sabe cuál será el destino final de sus productos. Luego, no puede asegurar que los envases rotulados en catalán se vendan en Cataluña o en otros puntos del país.

– Nestlé, por último, argumenta que muchos de los productos que fabrica en España son exportados, y no hay espacio suficiente en sus etiquetas para incluir lenguas cooficiales. Su motivo, por ende, es meramente físico.

Es obvio que la situación no deja de ser un tira y afloja de índole político pero las razones que alegan estas empresas tienen mucho peso económico.

¿Tiene sentido que incurran en este tipo de costes para hacer «ligeras» adaptaciones en sus etiquetas?

De primeras, la respuesta con la que me quedo es la siguiente: no tienen obligación legal alguna de hacerlo. Pero…¿acabarán cediendo?

¿Qué opináis vosotros?

4 thoughts on “Etiquetas en catalán, ¿sí o no?

  1. Por encima de peleas linguísticas (políticas) yo creo que el legislador y la Administración deben tener siempre en mente el interés general y buscar el mayor beneficio para los ciudadanos.

    Y en una situación como la actual, además, hay que ser prácticos. El objetivo es que el ciudadano (en este caso catalán) pueda leer la etiqueta. Si la etiqueta está en español, ese ciudadano catalán podrá leerla (porque, no olvidemos, la Constitución dice que todos los españoles tienen el deber de saber castellano).

    Por lo tanto, queda claro que no hace falta etiquetar en catalán. De obligar a hacerlo estaríamos introduciendo una medida innecesaria que, además, implicaría un coste añadido a la producción del producto en cuestión que, finalmente, repercutiría en el bolsillo del ciudadano a pie. Preguntémosle a ese ciudadano catalán si quiere pagar más por su Coca-Cola para que lleve la etiqueta en catalán. Y me quedo aquí porque no quiero entre en clichés…

    Enhorabuena por tu blog Gaelle!!

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  2. Enhorabuena, Gaëlle, por tu blog.

    Este asunto de las etiquetas en catalán me parece muy controvertido e intuyo que puede haber argumentos importantes a favor y en contra. Los míos son más bien contrarios. Creo que cuando todo el mundo en un país entiende un idioma, obligar a las empresas a incurrir en unos costes que podrían ahorrarse no tiene mucho sentido (cuando no repercuten en un beneficio para el consumidor, que entiende las dos lenguas).

    En mi opinión, la política debería quedar al margen de decisiones que, como esta, implican consecuencias que afectan a operadores privados y no generan un beneficio para la sociedad.

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    • Veo una gran diferencia entre Eroski, como empresa de distribución, y las multinacionales de gran consumo que se mencionan en el post y que eran tema de discusión:

      – Las cadenas de distribución suelen tener estrategias regionales, para adaptarse mejor a los mercados locales. De ahí que algunas decidan etiquetar en otros idiomas o decorar sus puntos de venta con materiales específicos.

      – Las multinacionales de gran consumo suelen tener estrategias de internacionalización, para poder acceder a más de un mercado a la vez. Entrar en costes de etiquetado regional, repito, no les sale rentable.

      En definitiva, que la estrategia de algunas cadenas de distribución esté triunfando en mayor o menor medida, no se debe a que sus principales proveedores (Coca-Cola, Nestlé, Danone…) estén etiquetando en vasco o en catalán.

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